Grados

05 noviembre 2013

La Educacion



FRACASO ESCOLAR: ¿Una enfermedad el tiempo?

Reflexionemos, si les parece, porque creo que es momento de hacerlo, sobre el Fracaso Escolar. Son muchas las familias que en estos días están recibiendo los boletines de calificaciones de sus hijos y, en muchos casos, aun esperando que así fuera, se enfrentan a una realidad: han suspendido alguna o alguna materias.

El término fracaso se nos antoja duro, pero debemos perder el miedo: fracasar en la consecución de una meta no es ninguna enfermedad incurable, ni siquiera debe convertirse en enfermedad si actuamos a tiempo: es una situación temporal a la que debemos hacer frente en el momento adecuado tomando las medidas necesarias.

Lo importante, si me lo admiten, no es que nuestro hijo haya suspendido una o varias materias: soluciones hay para que las supere en septiembre; lo importante es el porqué y si el próximo curso ocurrirá lo mismo.
Pero cuando nos ponemos a analizar esos porqué enseguida encontramos un culpable- nosotros tendemos a excluirnos y, en menor medida, también excusamos a nuestros hijos -: “es que los profesores no están preparados; “es que el sistema educativo no funciona”; “es que ese colegio no me convence, les exige muy poco”; “es que este chico es inteligente, pero muy vago, si le ayudaran más…” “porque nosotros hacemos lo podemos”….

No me voy a extender en matizar esas respuestas, solamente voy a hacer una pregunta: ¿No les parece que cuando en un país el 33% de los estudiantes no terminan la Educación Secundaria Obligatoria (un 31 % en Aragón), cuando son cada vez más los alumnos escolarizados que no alcanzan los niveles básicos de operaciones matemáticas, comprensión oral y escrita, cuando es cada vez mayor el absentismo escolar y cada vez son más los alumnos que acuden a los psicólogos… todos somos un poco culpables- sistema educativo, padres, alumnos, profesores…-? Todos; y todos debemos reflexionar e interactuar: profesores, educadores, familias, instituciones…porque el problema no es baladí.

Permítanme otros interrogantes: ¿no será más fácil que atajemos estas situaciones si comenzamos con los niños en edad temprana, desde primaria, cuando disponemos de mucho más margen de actuación?, ¿no deberemos plantearnos si la Básica está cumpliendo sus objetivos iniciales?, ¿no será necesario replantear la calidad y cantidad de las asignaturas curriculares del bachillerato y cuáles son los objetivos que se persiguen con ellas? Y por último, ¿por qué el 50 % de los alumnos que ingresan en la universidad no terminan sus estudios?

   Desde el punto de los padres, entiendo que las familias son el núcleo base para la formación de sus hijos. Los padres que no realicen un esfuerzo por comprender que la formación es clave para dirigir y orientar los anhelos de sus hijos en el ámbito de la escuela, pueden verse avocados a padecer el fracaso escolar. Existe un déficit de control por parte de los padres a causa, en muchos de los casos, de la dificultad para conciliar vida laboral y familiar, ya que ambos miembros de unidad familiar trabajan y, por consiguiente, no dedican el tiempo suficiente.

    Los profesores y educadores tampoco debemos abstraernos del problema: alguna responsabilidad tendremos cuando un alto porcentaje de nuestros alumnos padecen situaciones de fracaso escolar; cuando a veces nos vanagloriamos de nuestro nivel de exigencia medido por el alto porcentaje de suspensos.

Y las administraciones, que tantos recursos están invirtiendo en educación deberán preguntarse si las inversiones van en el camino correcto, porque el hecho evidente es que el fracaso escolar, lejos de disminuir, va en aumento: ¿será acertada la política de promocionar de curso a alumnos que no han superado los conocimientos básicos del curso anterior?, ¿estamos seguros de que eliminar las pruebas de septiembre beneficia al alumno? Insisto: debemos buscar, entre todos, soluciones y ponernos a trabajar.

  Entre los factores que influyen en el fracaso escolar citaré, a modo de inventario, algunos que me parecen determinantes:

        Ausencia de valores: el esfuerzo, el sacrificio, la educación, están ausentes en muchos de nuestros hijos en edad escolar. La sociedad premia aparentemente conductas oportunistas y salidas fáciles que son modelos demoledores para nuestros jóvenes. 
  • Grandes dificultades de comprensión lectora y oral y bajo nivel léxico.
  • Falta de hábitos de estudio- no sólo de técnicas- unida a una mayor dificultad para realizar lo que cuesta esfuerzo, máxime cuando se carece de falta de base. 
  • Déficit de atención y concentración. 
  • Baja autoestima personal y académica. 
  • Falta de autonomía en la programación de las tareas y el estudio. 
  • Falta Capacidad en la resolución de Problemas.
      Y en lo que respecta al ámbito familiar, estas pueden ser algunas estrategias: nunca debemos perder el principio de autoridad (ellos están en edad de equivocarse); educar en la responsabilidad (concepto clave); apoyar en las tareas escolares (hay que conjurar el enemigo tiempo); poner franjas de utilización a los juegos y nuevas tecnologías, así como buscar el equilibrio entre ocio y tiempo libre y trabajo académico; fomentar la autoestima y vencer el derrotismo; controlar el ambiente en que se desenvuelve; motivar (siempre a través del esfuerzo); encontrar tiempo – otra vez el fantasma- para la relación padres/hijos (no estar en constante lucha)…

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